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La matanza de los inocentes.jpg

Academicismo

1924-1936 Primeros años como pintora.

Al finalizar sus estudios con Sotomayor, alquiló un estudio en la Costanilla de los Ángeles, donde llevaba a veces a sus sobrinos (hijos de Lola) que, como muchos familiares y allegados, le servían de modelos, como es el caso de Fernando representado en Maternidad (1933). FOTO 8

 

El momento artístico de cambio, en el que Rosario empieza su carrera profesional, lo describe Antonio Franco al hablarnos del origen de este “proceso modernizador; que más allá de sus proclamas y momentos fundacionales sólo se empezó a decantar con nitidez a partir de 1917 en el que, como consecuencia de la tardía recepción que tuvieron en nuestro país, las estéticas derivadas de la vanguardia de anteguerra convivieron, desde mediados de los años veinte, con la revisión impuesta por el movimiento de retorno al orden que se generalizó en todo el escenario europeo; y en el que, finalmente, las expresiones propias del llamado arte nuevo acabaron por alcanzar, ya en los años anteriores a la guerra civil, una notable diversidad de registros cuya importancia tiende a ser cada vez más valorada, no sólo en relación con los distintos ismos europeos, sino por el positivo interés y la propia singularidad de sus aportaciones”[1].

 

La primera exposición como profesional de Rosario de Velasco es en 1924, cuando participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de ese año con dos obras, Vieja segoviana y El chico del cacharro, de las que dice Alcaide: “son de algún modo sensibles al quehacer del maestro (Sotomayor)[2], mas no tardaría mucho Velasco en conectar con algunas de las tendencias que contribuyeron a modelar la vanguardia peninsular, acrecentando así el número de mujeres que aflora en la pintura española durante los años veinte y treinta: Julia Minguillón, María Röeset, Delhy Tejero, Ángeles Santos, Maruja Mallo... algunas de las cuales abordaron desde distintas ópticas un realismo renovado en cuyo desarrollo participaron, también de forma heterogénea, pintores como Genaro Lahuerta, Pedro de Valencia, Hipólito Hidalgo de Caviedes, Eduardo Santonja, Roberto Fernández Balbuena, Pere Pruna, José María Ucelay, Luis Berdejo, Jorge Oramas y tantos otros. Es sabido que durante estos años, bajo los efectos del retorno al orden, una compleja trama de influencias más o menos determinantes y hasta aparentemente contradictorias entre las que se cuentan los Valorí Plastíci y el Novecento italianos, la Nueva Objetividad alemana, pero que recoge asimismo evoluciones puntuales del Noucentisme, del Regionalismo, ciertas adherencias art déco, y que pondera los ejemplos específicos de figuras capitales como Picasso, Miró, Dalí u otras de distinto relieve como Vázquez Díaz, Sunyer, Togores o Feliu Elías, propició en España la aparición del denominado Nuevo Realismo, fenómeno todavía poco estudiado pero que constituye un amplio e insoslayable segmento de nuestra vanguardia y sus aledaños[3]. Desde luego, las distintas ramificaciones que lo componen (en puridad habría que hablar de Nuevos Realismos), las equívocas fronteras que lo delimitan y el extenso abanico de elementos estilísticos que entra en juego, poco colaboran a su esclarecimiento.”

 

Rosario será una habitual en la Bienal de Venecia, y presentó obra en las ediciones de 1932, 1934, 1936, 1940 y 1942[4].

-Este texto es parte de la biografía, para leerlo completo ir a esa sección

 

[1] Antonio Franco Domínguez: “Pérez Rubio, el arte nuevo y las Exposiciones Nacionales (1926-1932)” Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, SEACEX. 2004

[2] Referencia en la cita de Alcaide: Anónimo, "Velasco (Rosario de)", en Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, apéndice, t. X, Madrid, Espasa-Calpe, 1933, p. 1073.

[3] Referencia en la cita de Alcaide: Véanse Jaime Brihuega, Las vanguardias artísticas en España. 1909-1936, Madrid, Istmo, 1981, pp. 145-146.

[4] VV.AA.: Un Siglo de Arte Español en el Exterior. España en la Bienal de Venecia (1895–2003). Madrid, Turner/Ministerio de Asuntos Exteriores/Fundación BBVA, 2003.

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