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Etapa de Transición

Barcelona, 1939-1960

Primeros años en Barcelona, vuelta a empezar

 

Rosario se instala en Barcelona tras la guerra junto a su marido Javier y su hija María del Mar, primero en un piso en la calle Balmes, 341 y luego ya en un piso en la calle Consell de Cent, 343, en plena “manzana de la discordia” del Eixample. Este piso hacía las veces de vivienda y de consulta médica. Cuando María del Mar cumple diez años, trasladan su residencia a un piso en la calle Diputació, 306, quedando el anterior dedicado enteramente a consulta de Javier, que la alternaría con su trabajo en el Hospital Clínic de Barcelona.

 

La llegada de Rosario a Barcelona se produce en un momento de desolación del mundo cultural catalán derrotado por el franquismo. El catalanismo había desaparecido de la primera línea y muchos de los catalanistas, sobre todo los de la alta burguesía, se habían “amoldado” a la nueva situación con sorprendente facilidad, como cuenta Javier Pérez Andújar en su novela Catalanes todos[1].

 

La escena cultural barcelonesa difería de la madrileña, lo que supuso, en parte, una vuelta a empezar para Rosario, cuya fama en la capital apenas había llegado a Barcelona. Sobre el mundo artístico de Barcelona en estos años, escribe Cristina Zabala: “¿Qué tipo de arte se realizaba entonces?”. Centrándonos en la pintura, que fue la disciplina artística más desarrollada, podemos decir que hasta 1948, año en el que se mostraron al público obras de artistas jóvenes que retomaban la tradición de las vanguardias pictóricas. surgidas en los años 20 y 30, la pintura, totalmente académica, realista y tradicional, se volcaba casi exclusivamente en los paisajes. Un alto porcentaje[2] de las obras expuestas en las galerías de arte de Barcelona durante las temporadas artísticas de 1939 a 1950 eran paisajes. En ellos los artistas plasmaban el amor a la tierra Patria que propugnaba el nuevo Régimen, evitándose así cualquier tipo de problema con el poder imperante. Bodegones, figuras, flores, marinas, pinturas religiosas y retratos de las damas y de los caballeros de la burguesía (cuadros de salón para mostrar a sus amigos y familiares) configuran los temas comunes en estos años de la pintura que tenía que hacerse eco de la exaltación de la Hispanidad y de los principios católicos que respaldaba el franquismo[3].

 

En este contexto, Rosario de Velasco, en sus primeros años en la ciudad no se encontrará cómoda o acogida como una igual, pese a sus numerosas exposiciones y las buenas críticas recibidas. Pasarán años hasta que por fin admitiera que sus mejores amigos eran catalanes. A la pregunta en una entrevista de su amiga y crítica de arte Mercedes de Prat sobre si una parte de ella se había quedado en Madrid en 1936, Rosario contestaba “pues es verdad porque fue un cambio brutal para mí”[4].

 

Pero no olvidemos que su esposo Javier era de Barcelona y participaba muy activamente de la vida cultural catalana; era socio del Ateneo de Barcelona y tenía amistades en el mundo de la cultura barcelonesa que, en gran media, serán también amigos de Rosario. Además del ya citado matrimonio del editor Gustavo Gili y su esposa Ana María Torra, Rosario pudo encontrar en Barcelona un entorno culto y unas amistades receptivas.

 

Pronto volvió a ser pintora, y la notoriedad de su etapa en Madrid le sirvió para que se le abrieran las galerías más prestigiosas de Barcelona; aunque su primera exposición tras la guerra en 1939 fue en Valencia, en la Exposición Nacional de Pintura y Escultura, organizada por la Delegación Provincial de Bellas Artes de la Falange Española en la que presenta los dos retratos de sus padres "Mi madre", "Mi padre" y "Niños del pueblo". En esta exposición “predominaba una representación de artistas consagrados (Zuloaga, Chicharro, Benedito, Mir, Hermoso, Ramón de Zubiaurre, Vázquez Diaz), junto a otros más jóvenes (Togores, Aguiar, Vila Arrufat, Frau, Genaro Lahuerta, Pedro de Valencia). La posguerra, queda patente, fue una época muy activa para ella. Pronto reanudó su asistencia a las nacionales: presentó en 1941 Mujer con hortalizas, concurriendo a la de 1945 con La Visitación. No obtuvo recompensas, pero es sintomático que fuera requerida en otro tipo de convocatorias. (Es) seleccionada para la Bienal de Venecia de 194214.

 

Ya en 1942, inaugura su primera exposición individual en Barcelona en las Galerías Augusta, a la que seguirán en los siguientes años Syra, en los bajos de la Casa Batlló de Gaudí –la galería de su amiga Montserrat Isern Rabascall–, Casa del Libro, Pictoria, Argos, San Jorge, Gaspar, Parés y otras. También seguirá exponiendo en Madrid, con menor frecuencia, con participaciones en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1941, en el II Salón de los Once en 1944 y en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1954, o con exposiciones en las galerías Toisón (1956) y Biosca (1951 y 1971). Si el lector está interesado en más detalles sobre estas exposiciones, el listado completo y actualizado está en la sección “exposiciones” de esta página web. Intentaré actualizarla incorporando los detalles que vayan apareciendo. También he intentado, en las exposiciones colectivas, indicar con qué obras participó.

 

En Barcelona, vemos que Rosario inicia una evolución creativa, dejando las figuras y formas más académicas de su etapa madrileña, y empieza a jugar con el color y sobre todo con las texturas, o como ella decía, con “las calidades”. Su actitud sigue siendo la de una mujer de carácter. Participa en tertulias artísticas, asiste a inauguraciones de exposiciones y no duda en dar su opinión de forma vehemente y, desde luego, seguía siendo una feminista como en su juventud, en la medida en que su religiosidad se lo permitía. Creía en la igualdad de oportunidades y criticaba el machismo enérgicamente. Escribe en Destino Joan Teixidor: “Cuando Rosario de Velasco nos cuenta el continuo enfado que representa el prejuicio corriente sobre las mujeres que pintan, obligándola a una explicación continua para que no se confunda su afición con cierto gusto para las labores o la cocina, ya se aclara el inicial sentido de una vocación que no fue nunca el cultivo más o menos afortunado de una habilidad ponderada por las amistades”[5].

 

En Barcelona, Eugenio D’Ors fue un gran amigo de Rosario y su esposo Javier, del cual se conserva un nutrido intercambio epistolar: en catalán, con Javier, y en castellano, con Rosario. Coincidían en los descansos veraniegos y de fines de semana en Vilanova i la Geltrú, donde D’Ors vivía en la antigua ermita de San Cristóbal, transformada en residencia, y Rosario y Javier tenían una casa y luego un apartamento. “En 1941, Eugenio D’ Ors funda en Vilanova una de sus iniciativas culturales, la Academia del Faro de San Cristóbal, de la que formarán parte Rosario y Javier y ‘cuyo campo de trabajo fue la síntesis de la cultura a través de la investigación de las interrelaciones entre los diversos campos de la actividad’”[6]. También participarán en las tertulias del Trascacho en Barcelona, “donde se reunían gentes de todas las disciplinas, pertenecientes al mundillo social, literario o artístico de la época, tenía su sede en los sótanos de una casa-palacio situada en el número 1 de la calle de Montcada. [Y su lema era] ‘Vino y verdad, sin aguar’”[7].

Además de D’Ors y Nucella (Josefa Fernández Castillejo), en Vilanova tienen entre sus amistades al matrimonio Gibert-Giró, Dámaso Rabanal y su esposa Celia Boldeón, y en la masía El Mironet, a Juan Comas Valls y su esposa María Josefa Viñamata, jefa de la Sección Femenina en Barcelona. Vemos en obras de esta época algún lienzo de Rosario en su casita de Vilanova. Pertenecen también a esta etapa pinturas con el mar como protagonista y con motivos marinos, que empiezan a ser comunes en la obra de Rosario: barcas, pescadores (normalmente trasladados al lago Tiberíades), o vistas del mar desde la ventana. A esta casa en Vilanova le sucederán en 1952 dos casitas de pescadores en Sitges, en el Passeig de la Ribera 38 y 39, que se unirían más tarde en una sola vivienda.

Además de los ya citados, su círculo de amigos incluye a Cesáreo Rodríguez de Aguilera y, especialmente, a su mujer Mercedes de Prat, ambos críticos de arte. Mercedes de Prat es quizás a la que más recuerdo por sus frecuentes visitas al piso de la calle Diputació y las conversaciones con mi abuela, llenas de mordacidad y carcajadas. En este círculo de amigos estaban también Conrado Savater, Ignacio Agustí, Dionisio Ridruejo, Carmen Conde o Elisabeth Mulder, escritora para la que además de un retrato realizó los decorados de una obra teatral. También Antonio Tovar, Pedro Laín Entralgo, Guillermo Díaz-Plaja, Mauricio Torra-Balari o María Luz Morales. Entre los pintores, Rosario también entablará amistad en esta época con Pere Pruna, Josep María Serrano, Rafael Zabaleta o Alfred Sisquella y su esposa.

 

En 1946, Javier recibe una beca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas para ampliar sus estudios en Nueva York. Rosario se une a él poco después, dejando a su hija María del Mar interna en el Colegio de la Asunción en Barcelona. Durante esta estancia, el matrimonio viajará por Estados Unidos y Rosario aprenderá inglés “de oído”, lo que le permite pronunciarlo con mucha soltura a su regreso.

[1] Javier Pérez Andújar, Catalanes todos, Barcelona, Tusquets, 2014. [2] Citado por Zabala (ver cita siguiente) “El número de cuadros expuestos durante nueve meses (temporada anterior 1941-42) en nuestra ciudad (Barcelona) se elevó a la suma de nueve mil doscientos cuarenta y dos, la mayoría de ellos -paisajes-…. Siendo el número de paisajes que se exhibieron de seis mil trescientos treinta y ocho, cantidad exorbitante si se compara con los cuadros de figura, que fue de mil ochocientos cincuenta y siete, y con las pinturas de flores, de caza muerta, de frutos de la tierra y de batería de cocina, reducidas a novecientas cincuenta y cinco.” Bosch, Juan Francisco. El año artístico barcelonés. Itinerario de las exposiciones. Gráfica Industrial, Barcelona. Temporada 1942-43.” La estadística y el paisaje”. [3] Cristina Zabala Adrada: Las galerías de arte de Barcelona en los años 40. 2009. https://cristinazabalaadrada.wordpress.com/wp-content/uploads/2015/05/las-galerc3adas-de-arte-de-barcelona-en-los-ac3b1os-402.pdf [4] Mercedes de Prat, “Rosario de Velasco. Pintora clásica e intimista (1904-1991)”, en Batik n.º 109, año 19, julio de 1991, pp. 32-33. [5] Joan Teixidor, “En el taller de los artistas… con Rosario de Velasco”, en Destino, n.º 168, 5 de octubre 1940, p. 11. [6] Guillermo Díaz-Plaja, “Eugenio d’Ors y las Academias”, en Boletín de la Real Academia Española tomo 62, cuaderno 226, 1982, pp. 231-244. [7] Raquel Velázquez Velázquez, “La Barcelona de César González-Ruano”, en Cuadernos Hispanoamericanos, 1 de julio de 2018, disponible en la web de Cuadernos Hispanoamericanos.

-Este texto es parte de la biografía, para leerlo completo ir a esa sección

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