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El retrato no es el ámbito en el que Rosario de Velasco se sentía más cómoda. La excepción son los retratos familiares, muy especialmente los hechos a su hija María del Mar, sin duda los mejores junto al de Javier Farrerons Co, su esposo, retratado en un tren, el de su hermano Luis de Velasco o el de su buena amiga Lilí Álvarez.
Recuerdo lo poco que le gustaba a Rosario pintar las manos y que tampoco era su trabajo favorito realizar retratos por encargo.
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